
Relacionar tiempo meteorológico con cambio climático es un ejercicio habitual que puede conducir a desvirtuar la labor que desde las más diversas instituciones y colectivos se viene realizando desde hace años para tratar de reducir el impacto de la actividad humana, del “progreso” en la variación global del clima de la Tierra.
Es por ello que, sintiéndome saturado de “información” sobre las causas de las olas de frío que invierno tras invierno y en la última década de manera “habitual” afectan a los distintos países del hemisferio norte, se me ocurrió acudir a un manual que, ya no en Climatología, sino en Geografía Descriptiva, tuvimos que trabajar en los tiempos de facultad: la Geografía General de España de la editorial Ariel, S.A. (dir. Terán, Solé y Vilá. – Barcelona, 1978, rev. 1986).
Se me ocurrió consultar el capítulo dedicado al Clima de la Península Ibérica, desarrollado por el geógrafo Antonio López Gómez, porque algo recordaba de que en el se hablaba de los distintos tipos de tiempo de la Península Ibérica.
Y después de leer el capítulo en cuestión, me ha parecido oportuno compartir opinión e información, simplemente porque me ha tranquilizado bastante el saber que el reputado geógrafo español ya fallecido, había sido capaz, sin los recursos técnicos de los que disponemos en la actualidad, de describir claramente y explicar sucintamente, algo que nos trae de cabeza cada vez que llega el invierno: que el tiempo puede ser frío y seco con cielos despejados, debido a situaciones anticiclónicas, que a veces se pueden producir nevadas generalizadas por capricho de un anticiclón noratlántico que canaliza aire de las altas latitudes hacia España; que a intervalos llueve, o que incluso se pueden dar situaciones de tiempo suave porque al también caprichoso anticiclón de Azores se le ocurrió desplazarse más allá de su posición habitual.
Por eso, cuando las olas de frío (“nunca antes vistas”) azotan el continente europeo, los catarros y las gripes se propagan por el territorio peninsular sin recato alguno, cuando en las ciudades se producen situaciones de estancamiento del aire que obligan a tomar medidas preventivas sobre la emisión de gases contaminantes, … creo interesante recordar lo que decía el geógrafo sobre las características y las causas del tiempo de invierno que año tras año y en los últimos años parece que “cada vez con más crudeza”, afecta a los habitantes de la Península Ibérica.
El autor, empieza por explicarnos que el tipo de tiempo, en cada región, viene determinado por la dinámica general atmosférica y por las modificaciones que a ésta le imponen, en superficie, el relieve y la posición, elementos que actúan de diferente manera a lo largo de todo el año.
La sucesión normal de tipos de tiempo explica las diferencias en los elementos del clima y lo define de una manera sintética y real. Dicho de otra manera: el clima, es la sucesión de tipos de tiempo y el tiempo está condicionado por una dinámica general de la atmósfera y por los factores locales.
LOS TIPOS DE TIEMPO DE INVIERNO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
- TIEMPO SECO
El tiempo seco de invierno, es uno de los tipos de tiempo que desde el punto de vista genético se pueden distinguir en la Península Ibérica.
Es el tipo de tiempo normal del invierno peninsular, un tipo de tiempo complejo, que ocurre de manera discontinua en alternativa con el tiempo lluvioso (también de invierno) y cuyo origen está en las diferentes circunstancias anticiclónicas que afectan a la Península:
A intervalos, sobre unos 15 días en enero, la península Ibérica está afectada por situaciones anticiclónicas que ocasionan un tipo de tiempo frío y seco, con cielos despejados.
Sinópticamente se corresponden con cuñas en altura, a veces torcidas o en forma de “omega”, que ocasionan el bloqueo y la desviación más al norte del chorro y el frente polar y la llegada de aire polar continental del norte o nordeste en la vaguada adyacente, en zona de entrada del chorro y sin lluvias.
Otra situación, menos frecuente, unos 2 días en enero, es la de alta ibérica, con aire frío y vientos divergentes.
También puede actuar, sobre la península, un alta centro-europea, con viento seco y frío del nordeste, aunque a veces el frente polar sigue afectando al Cantábrico; en pocas ocasiones esa alta se une a la de Azores (que en general está lejos en su posición más meridional) por un collado, o hay una gran dorsal desde Rusia; por tanto apenas afecta el anticiclón siberiano.
Durante unos 8 días de enero, puede darse una situación de alta oceánica en el Atlántico oriental, o bien hacia las Islas Británicas o en el mar Céltico. En esta situación se canaliza sobre España, aire frío y seco del nordeste, salvo que entre ese aire y el tropical se forme un frente secundario. Cuando el alta se halla al oeste de la Península puede llover en el Cantábrico por las colas de los frentes fríos que pasan al norte o por efecto orográfico, con viento del nordeste.
En estas circunstancias anticiclónicas, con calma y fuerte irradiación nocturna, el aire frío se acumula en las capas bajas de la atmósfera y son frecuentes las inversiones térmicas en los llanos; se acusan más en los fondos de cuenca y en las montañas, por el descenso del aire frío a lo largo de las laderas. Las inversiones térmicas más intensas ocurren cuando sobreviene después en altura una advección cálida del sur. Si en el ambiente hay humedad o en los cursos de los ríos, el enfriamiento de las capas bajas del aire genera nieblas, sobre todo al amanecer ,que se acumulan en las hondonadas y generalmente despejan al avanzar el día.
Con cielo limpio y frío intenso, tienen lugar heladas y la formación de escarcha.
En esas circunstancias, con un viento muy ligero o en calma, los productos contaminadores del aire (humos, gases de chimeneas y automóviles, etc …) quedan en las capas bajas y ocasionan un ambiente sucio y nocivo en las grandes ciudades y zonas industriales. - OLAS DE FRÍO
En su forma auténtica, se producen por un alta muy potente en Centroeuropa o más aún en Escandinavia combinada con una depresión en el Mediterráneo occidental (en altura una cresta muy acusada y vaguada profunda ambas inclinadas); entonces se desencadena una corriente poderosa de aire muy frío y muy seco del nordeste, con cielo despejado y heladas fortísimas. Afecta prácticamente a toda la Península. - TIEMPO SUAVE ANORMAL
Cuando en el oeste hay en altura una cuña poco acusada, durante unos días se mueve hacia el norte el alta de Azores y lanza sobre la Península aire del oeste o sudeste, tibio y sin lluvias. Incluso puede aparecer un anticiclón ibérico o abarcando también el norte de África, con temperaturas relativamente elevadas, producido por una ancha cresta superior con la cual avanza desde el sur aire cálido africano. Si la situación se repite, el invierno es anormalmente benigno y seco. - NEVADAS GENERALES
Las precipitaciones en forma de nive son habituales en invierno en las montañas altas, pero las nevadas generales, que afectan a extensas regiones, se producen en situaciones especiales. Un anticiclón noratlántico, alargado de norte a sur, determina un asalto directo de aire marítimo ártico o polar del norte, muy frío, húmedo e inestable con nevadas en grandes espacios, en ocasiones excepcionales.
