«Sensibilidad» ambiental y turismo de naturaleza

La fragilidad de los espacios naturales hace que su explotación turística deba realizarse previniendo al máximo el impacto que las visitas puedan tener sobre las mismas, por eso, antes de promover el aprovechamiento turístico de espacios de interés natural debe contarse con un plan de gestión del mismo, un plan en el que se reflexione sobre la responsabilidad que el ciudadano y las instituciones están dispuestos o tienen capacidad de asumir para que el proyecto sea sostenible desde el punto de vista medioambiental, social, económico y financiero.
Quien pretenda erigirse en gestor de este tipo de iniciativas, debe trasladar al público objetivo la necesidad de garantizar la sostenibilidad del recurso que se pretende explotar, debe proteger e incrementar las oportunidades de futuro para hacer verdaderamente sostenible ese producto.
Y esto es porque aunque al turista de naturaleza se le supone una sensibilidad, un comportamiento y una actitud conservacionista del medio, en muchos casos no es así, por eso se debe incentivar que en el destino turístico sostenible cada visitante de hoy se sienta corresponsable de que el de mañana disfrute también de una experiencia positiva, única e inolvidable.
Campañas de difusión para dar a conocer espacios protegidos, hechas con la mejor de las intenciones, pueden terminar siendo nefastas para el futuro de los mismos.

Hace unos días asistía a una charla sobre la gestión de pequeños humedales urbanos en la que se plantearon, además de cuestiones importantes a tener en cuenta a la hora de diseñar proyectos de gestión de espacios de interés natural, otras que muchas veces se “dejan pasar” cuando lo que toca es hacer la presentación pública de intenciones políticas sobre este tipo de actuaciones.
Mientras atendía a la charla, a las preguntas y a los comentarios de la sesión recordé un artículo publicado el pasado mes de septiembre en el diario El País en el que se narraba que una “inesperada avalancha de turistas” había puesto en peligro el anidamiento de tortugas olivaceas en las playas de Costa Rica.
Aunque la temporada de anidamiento de estos reptiles coincide con la época de lluvias, este año las condiciones meteorológicas (en el artículo se asocian al fenómeno de El Niño) fueron más “favorables” para el desembarco de turistas que para el desove de los reptiles.
Los turistas, en avalancha, decidieron “disfrutar” de un magnífico espectáculo natural y convirtieron el arenal en un improvisado parque temático, no dudaron en hacerse selfies con los reptiles, montar a los niños sobre los gigantescos caparazones y, en definitiva, molestar, posiblemente sin intención, a los tranquilos animales que ocupaban su espacio natural.
Muchas de las tortugas se volvieron al mar sin haber completado esta parte de su proceso reproductivo.
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¿sostenible? (1)

La charla a la que aludía antes, fue impartida por Alberto Luengo, técnico de las marismas de Txingudi, quien hizo una amplia exposición sobre el proceso de recuperación iniciada con el proyecto del Parque de Plaiaundi de un área de marismas altamente degrada desde el punto de vista medioambiental.
El marco vasco, servía de paradigma a seguir en el proceso de “puesta en valor” de las Brañas de Sada, un humedal urbano de poco más de 24 Ha situado en una zona de elevada presión urbanística en el segundo cinturón urbano de la ciudad de A Coruña.
El proyecto irunés, iniciado en los últimos años del s.XX, continúa desarrollándose en la actualidad y en algo más de 15 años de ejecución ha absorbido una ingente inversión de trabajo, tiempo, recursos e ilusión.
En 2011, se habían invertido algo más de 4 millones de Euros en obras de restauración ambiental, de los cuales 925.000 € fueron financiados a través del Programa LIFE.
La inversión, desde mi modesto y sincero punto de vista, ha valido la pena. Se ha conseguido que en un espacio extremadamente degradado desde el punto de vista medioambiental, con una presión urbana e industrial altísima, recuperase tal vez no su estado originario pero sí un hábitat similar al original. Zonas de marismas, lagunas, alisedos, prados e islas forman en la actualidad un entomo en el que se desarrollan gran diversidad de hábitats representativos del estuario del Bidasoa y que sirven de importante refugio de aves migratorias, anfibios y peces.
La Bahía de Txingudi, que baña los municipios de Hendaia, Irún y Hondarribia, en la desembocadura del río Bidasoa está enormemente afectada por el “desarrollo”. Importantes vías de comunicación y elementos infraestructurales vinculados a ellas, desnaturalizan el territorio. La N-I, la A-8, diferentes líneas de ferrocarril, un aeropuerto (el de San Sebastián), intercambiadores de mercancías, puertos secos… ejercen una fortísima presión sobre un espacio frágil pero de enorme interés medioambiental. 

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Txingudi (2)

En 2013, el humedal recuperado había contabilizado 50.000 visitas y por el centro de interpretación habían pasado 17.000 personas.
El éxito de la actuación -según dijo el ponente- fue debido, en gran medida, al voluntarismo y a la adecuada receptividad por parte de la ciudadanía del proyecto, a la acogida positiva por parte de los medios de comunicación y seguramente también a la aportación constructiva, plasmada en compromiso por el medio, de los diferentes grupos políticos y entidades que supieron entender el proyecto como una oportunidad de desarrollo.
Tanto desde el punto de vista medioambiental como social el proyecto ha funcionado.
Pero el éxito en cuestiones ambientales puede ser efímero si no se actúa con la objetividad y perspectiva necesaria.
La aceptación por parte de los ciudadanos es tal, que los gestores se han tenido que plantear controlar y limitar las visitas a un espacio que goza en la actualidad de la máxima protección desde el punto de vista medioambiental y ello simplemente para que pueda continuar un proyecto cuyo recorrido va más allá del ciclo de vida humano.

José Ángel Sánchez López

Enlaces de interés:
Imágenes:
(1)  http://goo.gl/tSe6Wb
(2) www.ingurumena.ejgv.euskadi.net

Centro de Interpretación Txingudi: http://goo.gl/vP5mGC
«La oleada de turistas que impidió anidar a las tortugas» (El País 23/09/2015): http://goo.gl/zJI1EY

 

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