A la hora de comparar registros núméricos de fenómenos físicos, deben tenerse en cuenta multitud de variables que pueden distorsionar esa comparativa, cuanto más cuando lo que se pretende es aportar una explicación creíble al porqué dándose unos registros similares de un fenómeno atmosférico (por ejemplo precipitación), los efectos son considerablemente distintos.
Los datos aportan una información valiosísima, pero por si solos no dicen nada, deben interpretarse y valorarse en su dimensión espacio-temporal.
Tomando como ejemplo las inundaciones registradas en Sada en marzo de 2016, encontramos que el 30 de marzo de 2016 se recogieron en la estación agrometeorológica de Guísamo (Bergondo) -la más cercana a Sada- 71 lts/m2 de precipitación; ese dato es similar al del 21 de octubre de 2013, cuando el registro de precipitación acumulada fue incluso superior: 73,1 lts/m2.
¿porqué los efectos fueron distintos si el territorio es el mismo y «llovió más»?
Sin entrar a analizar otros factores territoriales o antrópicos que pudiesen haber influído, la explicación fundamental la encontramos al observar el registro de precipitación acumulada en 48 horas.
Efectivamente, el 21 de octubre de 2013 «llovió más», 73,1 lts/m2 que el 30 de marzo de 2016 cuando «sólo» se recogieron71 lts/m2, sin embargo, mientras que en 2013 la precipitación recogida en 48 horas fue de 73,9 lts/m2, en 2016 alcanzó los 120,9 lts/m2.
y las las mareas, ¿como influyeron?
De acuerdo con los datos del mareógrafo del Muelle de San Diego (Puerto de A Coruña), las pleamares reales registradas en 2013 fueron más altas que las registradas en 2016, pero también fueron más bajas las bajamares.
Y esto influye en la capacidad de desagüe de un cauce (el del río Mayor) que en su último (el más densamente urbanizado) circula en cota 0. Así, si la bajamar es mayor, la capacidad de evacución también será mayor.
En este último gráfico, se representa la comparativa de la precipitación acumulada, la evolución y la tendencia de la altura de la marea.
El 29 y 30 de marzo de 2016 la tendencia creciente y coincidió con el máximo registro de acumulado de precipitación.
Por el contrario, el 20 y 21 de octubre de 2013 la tendencia decreciente fue la que coincidió con el máximo registro de precipitación acumulada.
Seguramente a estas variables habrá que añadir otras físicas (relieve, vegetación, perfiles fluviales …) y humanas (urbanización, usos del suelo, gestión flucial, …) que tocará analizar en otras entradas.